He is on the list of twelve. Not much more can be said about Bartholomew. Three of the Gospels and the book of Acts mention him as one of the apostles, but beyond that we know almost nothing. Interesting conjecture poses the possibility that Bartholomew and Nathanael were the same person. There are other traditions that arose over the years that cannot be proven. Even the word “patronymic” comes up – do look it up. So what do we do with this known yet unknown figure?
Perhaps by not knowing details we are free to play. In contrast to similar stories in Mark and Matthew of friction amongst the disciples over authority and who will get the best seat, the context of Luke 22 is a time of transition from Jesus’ impending death and his expectations of faithful leadership in the continuation of the ministry he initiated. We can then apply to this day Luke’s perspective in his Gospel of the call of Jesus for the disciples and therefore the call of all who will follow through the millennia.
Too often in the Church we get hung up in institutional minutia. The preservation of buildings and other infrastructure tend to become the main thing and have us focus on survival as we take our eye off of the reason we exist. Notice that Jesus is not preparing the way for institutional preservation. In this last will and testament, he is saying to the disciples and therefore to us that the kingdom for which he is preparing is one for which we must be preparing. We do so by living in a manner that creates the greatest possibility for it to break in and break through: “I assign to you, as my Father has assigned to me, a kingdom…” (Luke 22:29).
Jesus has shown in his life and death the very essence of whom God is. The only reason for the Church to exist, and I would add the only reason for a Christian faith community to exist, is so that through our worship of God we might find the reality of the reign of God taking shape in the lives of the people who gather, in the Church we love, and then in our mission whereby we seek to establish God’s reign of peace and justice in the world. A bishop friend says very clearly that the Church does not have a mission. God has a mission and a Church through which to carry out that mission. He does, I believe, have a point. Our purpose is God’s mission as presented by Jesus.
Today’s celebration of the person of Bartholomew, in his historical role and witness, calls us once again to ask the question of ourselves and of the faith communities of which we are a part – why do we exist? What is our purpose of being? Along the way, may we find that we, in the words of the collect for the day, ”…love what he believed and preach what he taught.”
Bishop Skip
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Él está en la lista de los doce. No se puede decir mucho más sobre Bartolomé. Tres de los Evangelios y el libro de Hechos lo mencionan como uno de los apóstoles, pero más allá de eso no sabemos casi nada. Una conjetura interesante plantea la posibilidad de que Bartolomé y Natanael fueran la misma persona. Hay otras tradiciones que surgieron a lo largo de los años que no se pueden probar. Incluso aparece la palabra “patronímico”, búsquelo. Entonces, ¿qué hacemos con esta figura conocida pero desconocida?
Quizá al no conocer los detalles se nos da la libertad de jugar. A diferencia de los relatos similares de Marcos y Mateo sobre las fricciones entre los discípulos en torno a la autoridad y a quién le tocará el mejor asiento, el contexto de Lucas 22 es un momento de transición de la muerte inminente de Jesús y sus expectativas de liderazgo fiel en la continuación del ministerio que inició. Podemos entonces aplicar a este día la perspectiva de Lucas en su Evangelio de la llamada de Jesús para los discípulos y por lo tanto la llamada de todos los que seguirán a través de los milenios.
Con demasiada frecuencia, en la Iglesia nos obsesionamos con las minucias institucionales. La preservación de los edificios y otras infraestructuras tiende a convertirse en lo principal y nos hace centrarnos en la supervivencia mientras apartamos la vista de la razón por la que existimos. Nótese que Jesús no está preparando el camino para la preservación institucional. En esta última voluntad y testamento, le está diciendo a los discípulos y, por tanto, a nosotros, que el reino para el que se está preparando es uno para el que nosotros debemos prepararnos. Lo hacemos viviendo de una forma que crea la mayor posibilidad de entrar y abrirse paso: “Os asigno, como mi Padre me ha asignado, un reino…” (Lucas 22:29).
Jesús ha mostrado en su vida y muerte la esencia misma de quién es Dios. La única razón de ser de la Iglesia, y yo añadiría la única razón de ser de una comunidad de fe cristiana, es que a través de nuestro culto a Dios podamos encontrar la realidad del reino de Dios tomando forma en las vidas de las personas que se reúnen, en la Iglesia que amamos, y luego en nuestra misión por la que buscamos establecer el reino de Dios de paz y justicia en el mundo. Un amigo obispo dice muy claramente que la Iglesia no tiene una misión. Dios tiene una misión y una Iglesia a través de la cual llevar a cabo esa misión. Y creo que tiene razón. Nuestro propósito es la misión de Dios tal como la presenta Jesús.
La celebración de hoy de la persona de Bartolomé, en su papel histórico y su testimonio, nos llama una vez más a preguntarnos y a las comunidades de fe de las que formamos parte: ¿por qué existimos? ¿Cuál es nuestro propósito de ser? A lo largo del camino, que encontremos que, en palabras de la colecta del día, “…amamos lo que él creía y predicamos lo que él enseñaba”.
Obispo Skip